REGLA "PRIMITIVA"
DE LA ORDEN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN
MARÍA DEL MONTE CARMELO,
DADA POR SAN ALBERTO, PATRIARCA DE JERUSALEN,
Y CONFIRMADA POR INOCENCIO IV
1. Alberto, llamado a ser Patriarca de la Iglesia de Jerusalén por la gracia de Dios, a los amados hijos en Cristo Brocardo y demás ermitaños, que viven bajo su obediencia junto a la fuente de Elías, en el Monte Carmelo, salud en el Señor y bendición del Espíritu Santo.
2. En distintas ocasiones y de muchas maneras (cf Hb 1,1) los santos Padres dejaron establecido el modo cómo cada uno (sea cual fuere su estado o el género de vida religiosa que abrazó) ha de vivir "en obsequio" de Jesucristo (cf 2Co 10,5), sirviéndole lealmente con corazón puro y buena conciencia (cf 1Tm 1,5). Pero, como nos pedís que os demos una fórmula de vida adecuada a vuestro proyecto común, para guardarla obligatoriamente en lo sucesivo:
ARMAS PARA
EL COMBATE ESPIRITUAL
16. Puesto
que la vida del hombre en este mundo es tiempo de prueba (cf Jb 7,1), y todo el
que se propone vivir como buen cristiano sufre persecución (cf 2Tm 3,12), y
vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar
(cf 1P 5,8), procurad con toda solicitud poneros las armas que Dios os da para
poder resistir a las estratagemas del diablo (cf Ef 6,11).
Abrochaos el ceñidor de la castidad (cf Ef
6,14). Protegeos con el peto de piadosas consideraciones, pues escrito está:
"El pensamiento santo te guardará" (Pr 2,11, según los LXX). Por
coraza vestíos la justicia (cf Ef 6,14), a fin de amar al Señor, vuestro Dios,
con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas (cf Dt 6,5), y al
prójimo como a vosotros mismos.
Tened siempre embrazado el escudo de la fe,
que os permitirá apagar las flechas incendiarias del malo (cf Ef 6,16); pues
sin fe es imposible agradar a Dios (cf Hb 11,6). Tomad por casco la salvación
(cf Ef 6,17), confiando en el único Salvador que libera a su pueblo de los
pecados (cf Mt 1,21).
Que la espada del Espíritu, toda palabra de
Dios (cf Ef 6,17), os pueble colmadamente (cf Col 3,16) los labios y el corazón
(cf Rm 10,8). Y cuanto hagáis, realizadlo por la palabra del Señor (cf Col
3,17; 1Co 10,31).
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