Ya viene el Adviento. Ya viene a la memoria San Juan de la Cruz,
cuya fiesta celebramos en pleno Adviento y que con tanta hondura y
exteriorización lo celebraba.
Adviento significa advenimiento y espera de Jesús. Siempre el
centro es Jesucristo. Él es el principio y el fin de todo, el Alfa y la Omega.
No celebramos una espera cualquier y sin más, es la espera de Jesucristo, nada
menos que de Jesucristo ¿me doy cuenta de lo que significa que Jesucristo venga
a mi mundo, a mi casa, a mi familia, a mí mismo?
Adviento significa tiempo litúrgico de preparación, de cuatro
semanas, y adviento significa especialmente unas actitudes interiores de espera
de Jesús, y en este sentido todas la vida es adviento, porque durante toda la
vida tenemos que vivir estas actitudes preparatorias para la venida del Señor.
Decía Isabel de la Trinidad en una carta a un seminarista: "me
entusiasma este pensamiento: la vida del sacerdote y de la carmelita es un
adviento que prepara la Encarnación en las almas" (Cta 231).
Entonces ser adviento, hacer de nuestra vida un adviento es
preparar con ella los caminos del Señor, uniéndonos a aquel que, según el
apóstol, es un fuego devorador (Heb 12,29). A su contacto nuestra alma se
transforma en llama de amor que se difunde por todos los miembros del cuerpo de
Cristo, que es la Iglesia.
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