Dios es amor... y no es amado.
Internado.
A los nueve años la internaron con las benedictinas de Florencia, para que se educara en la piedad, letras, labores, artes, etc. Era despierta, obediente, laboriosa y por supuesto, muy piadosa. Era el ángel de las religiosas, que la querían muchísimo. Y por esto, le permitieron adelantar su primera comunión, que recibió el 15 de agosto de 1757, con gran alegría propia y de su familia. Si ya antes era devota, ahora lo sería más, alimentada con la Eucaristía, aunque no fuera con la frecuencia que ella deseara. Por esta época su vocación religiosa se fue haciendo patente, hallando en la reciente devoción al Sagrado Corazón de Jesús la fuente y culmen de sus aspiraciones de amor. Al Corazón de Cristo se confió y tomó de modelo, entregándose completamente. En los años de internado avanzó tanto en las virtudes, que su confesor y director, el P. Pedro Pellegrini, le autorizó a comulgar todas los domingos y fiestas, "privilegio" solo permitido a algunas religiosas.
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